miércoles, octubre 29, 2008

Misterios de la infancia resueltos I (YKK)

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Desde que era un niño (exteriormente, i mean) me ponía a buscar desde la azotea el satélite desde el que nos llegaba la señal a la gigantesca antena parabólica que coronaba mi casa. Así me habían explicado que funcionaba, entonces yo buscaba en dirección a donde apuntaba el receptor de la antena.

O me preguntaba cómo demonios hacía un auto para tener tanta tecnología y poder cerrar automáticamente la capota (en aquel entonces me parecía más difícil el mecanismo para que un coche se hiciera convertible a que pudiera estar en marcha).

O peor aún; no me explicaba cómo era posible que -independientemente de la marca de mis pantalones, ya fueran Osh Kosh by Gosh, Levi's o MiNiÑo (que bien merece un post completo)- todos tenía cierres de la misma marca: YKK.

Recuerdo perfectamente que deseché la idea de que fuesen algo así como YéKaKá, porque era un nombre horrible, y deduje que no era una marca mexicana, sobre todo porque estaba en todos, todos los lugares en que empecé a buscar: mochilas, bolsas, botas, maletas, y prácticamente cualquier pantalón.

Así que construí mi propia historia. Habré tenido unos 7 u 8 años, suficientes para investigar y sacar mis propias conclusiones. Si lo leía en inglés YKK significaba Wai-Kei-Kei.

Con las licencias que me permití, le encontré nombre y significado. Y sí, recordé que allí en los mapas aparecía Waikiki, en Hawaii. Me pareció entonces una maravilla convertida en nombre, una analogía (sin saber que existía una palabra llamada analogía) genial y un hermoso juego de palabras.

Waikiki en mis pantalones.

Crecí olvidándome del asunto. Interesado todavía en los zippers, pero ya para otras cuestiones, claro.

Ocasionalmente volvía a ver la marca en algún cierre, y constituía apenas un vago recuerdo. Eso sí, invariablemente volvía a leer: Waikiki.

Hasta que hace un par de meses me encontré con una publicidad formal de la marca. Fue como ver una fotografía vieja, o como volver a oler el plástico para forrar libros en la primaria, o como encontrar un juguete perdido en una caja abandonada en el fondo del ático. De esos sucesos que reacomodan las piezas sueltas en los recuerdos.







Allí estaba. La marca realmente existía y no era sólo una denominación genérica de los zippers.

Un recuerdo que nuevamente se fue al baúl, incompleto aún pero ya con más piezas, suficientes para ver de qué iba el rompecabezas.

Hoy me encuentro con una de esas noticias que derrumban imágenes románticas. No, la marca no significa Waikiki, sino un nombre muchísimo menos agraciado.



Yoshida Kogyo Kabushikikaisha



Otro misterio de la infancia ha sido resuelto, aunque como sucede muchas veces -como la Navidad-, me quedo con la versión anterior.


A estas alturas, seguro ya miraste la marca de tu zipper, si no, es una buena razón para hurgar en tu entrepierna sin remordimientos ni sospechas.

O un buen pretexto para cuando te atrapen con la mano en el downtown.


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